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jueves, 9 de octubre de 2014

El Diario de un roce "sobraba y reinaba"

Estaba apunto de dormirme cuando de pronto, un sonido como un rugido sonó. 
Me levanté de un salto, y acalorada, fui despacio y respirando, preparándome para oír su voz. Descolgué el teléfono - "¿Sí? ", y fue entonces cuando escuche el susurro definitivo.
 Aquellas palabras me erizaron la piel como ese escalofrío que te produce el agua  caliente en un dia frío de invierno. Entonces lo entendí. El quería verme esa noche y yo deseaba verlo, así que pasó,  nos vimos. 
Habíamos quedado en un parque no muy escondido, pero si algo privado. A primera distancia se hizo un silencio intenso como aguantando los nervios posados en la garganta y el estómago. Se acercó tanto, que por un momento pensé que me traspasaria con la mirada.
 Cogió un mechón de mi pelo y lo olió. Pensé que estaba loco."¿manzana?"- dijó seduciendo. "Sí" contesté con aquel nudo en la garganta y esas ganas de comerme sus labios. Sonrió y se acercó a mi oído suspirando. Dijo muy bajito "estás preciosa ésta noche". Me sonroje y le propuse sentarnos en un banco debajo de una farola, muy "romántico" por cierto. Pero en realidad, para mi lo era, era bastante romántico, ya que con la luz se iluminaba sus profundos ojos marrones y se le definían los rizos de su pelo, sus preciosos y excitante rizos. Eso me encantaba y se me notaba en la cara.
 Hablamos, durante poco tiempo, pero se me hizo eterno, porque estaba loca por su temperatura,  estaba ardiendo. Ésta vez las palabras sobraban y reinaban 
los besos.






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