Estamos tan cerca, pero tan alejados. El espacio que existe
entre su mano y mi cintura, es por mí, ya que a pesar de que sé que me desea,
que solo quiere hacerme feliz e inundar mis labios de todo lo que aún no he
probado en este mundo, no me siento preparada aun para volver a meterme en aquel
remolino que es el amor.
No quiero herirlo, no quiero
desaparecer por culpa de mi gran amigo el miedo, no se lo merece. A la vez, la
necesidad de estar con él se desborda como la marea y no puedo evitar buscarlo,
provocarlo, simplemente subiéndome la falda de tal forma que su locura se
vuelva extrema.
Y él lo sabe, no retira mi sensualidad ni
se priva de ella, es valiente, pues está dispuesto a la rotura repentina de un
corazón. Y es que años atrás ya fui suya pero sin serlo. Y es que el me
calienta en época de frio y en época de calor me enfría.
No quiero herirlo, pero se ha hecho tan
parte de mí. Esos días de largas charlas desinteresadas de dos extraños, que parecían
cortas de las ganas que teníamos de contarnos, de tocarnos mediante las
palabras.
Esos "piques", que en vez de
picar, enamoraban. "Sonrisas tontas" innecesarias pero tan anheladas.
Es un final con coma, en vez de punto.
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